EL QUE TIENE BOCA...



Foto; El plato que me comí...

 
Tenía pensado escribir de otras cosas, de platos que comí o lugares que visité.


Pero el día de ayer merece un post especial.



Yo soy una persona de lo más normal. Pero a veces me ocurren cosas que si las pones en una película no te las crees.


Ayer me vine a Kompong Cham, una ciudad de provincias acostada al lado del Mekong. Un poco dormida, polvorienta y en mitad de ningún sitio.

Pero con fama de tener unos alrededores muy bonitos.

Así que está mañana me cogí una bici y me dispuse a hacer una buena ruta.

Hice unos 60 kilómetros increíbles. No encontré un solo extranjero en todo el recorrido. Y era verdad que la visita merecía la pena.



Cruce el Mekong por el Puente de Bambú, atravesé la isla de Koh Pen entre casitas sobre pilotes, gente que no paraba de saludarme, maizales y secaderos de tabaco. Muy bonito.

Después volví a encontrarme con el Mekong, que en este punto debía superar el kilómetro de anchura. Acuclillado bajo un barco varado, con unos pescadores, esperé mucho tiempo hasta que un barquillo de metal nos cruzó al otro lado. A mi bici y a mi.


Y luego seguí orillando, pasando templos, saludando a más gente, riéndome y atascándome en varios mares de polvo.



En un chamizo 6 o 7 zagales me invitaron (obligaron) a beberme un buen vaso de un brebaje marrón, parecido al ron ,pero muy dulce.


Seguí envuelto en polvo hasta un cruce de caminos frente a un puente de madera.


Cuando de repente vi a mi derecha una especie de fiesta. Música, mesas preparadas para un banquete, gente vestida de blanco, olor a comida.



Tate, una boda!”. Con lo que a mi me gustan los bodorrios.


Estaba deshidratado y con una capa de limo en el gañote, así que pasé de largo 20 metros y me bebí una cervecita en un puestín.


Y luego, ni corto ni perezoso, sabiendo que la (a)ventura hay que buscarla, me volví para la boda.



Rápido un muchacho alegre me salió al encuentro y me invitó a pasar. Yo llevaba la cerveza y el ron en el cuerpo, y además el buen rollo de haber saludado a 600 niños y 300 familias.


Así que entré en el recinto campechano y sonriente. “Susdai!”, “Sok so bai!”, repartiendo saludos a diestro y siniestro.



Como un elefante en una cacharrería...



La verdad es que todo el mundo parecía muy feliz. La música atronaba y todos me recibieron como a Mr Marshall...


El chico me invitó a comer. Yo me hice de rogar un par de segundos y dije, venga, vale.



Pero antes de sentarme hice otra ronda de saludos, fui al lugar donde cocinaban, fotografié al cocinero, abracé a un par de despistados y me volví a la mesa.


Foto; Los perolos del convite.


 
Allí el anfitrión me trajo un plato inmenso de Nom Bam Chouk Kary Yang. Una delicia de noodles con salsa de curry de pescado.



Y entonces llego el momentazo.


Enhorabuena por la boda, donde están los novios”, dije yo alegre.

Y el muchacho respondió, también alegre.



No, no hay novios. Es el funeral de mi abuela, que murió hace un par de días”...

Os podéis imaginar mi careto. Allí sentado, con la boca llena de noodles y chiles, el buen rollo que se me salía por las orejas, y la difunta de corpore insepulto en el piso de arriba...

Por la puerta grande...

Que hacer? Que decir? Seguir comiendo...

Puse cara de circunstancias y le hablé de mi abuela muerta, y lo mucho que la extrañaba.



El me vio tan apurado, que rápido me explicó que en Camboya es tradición velar un par de días a los muertos y después hacer una especie de fiesta para despedirla.



Entonces no iba tan desencaminado con la alegría general!! Era una fiesta de regeneración!! El ciclo interminable de la vida, el eterno retorno!!

Y allí me quedé, comiendo noodles, charlando con 15 personas que me rodeaban, royendo unas galletas muy ricas, dejando que un tío muy majo tirara fotos con mi cámara y explicando por dibujos donde estaba mi casa y mis amigos y mi familia y mi sobrino Germán.


Y eso fue todo.


La primera vez que confundí una boda con un funeral.



Por cierto los noodles han sido los mejores que he comido en toda Camboya.

Estaban de muerte... glups...

6 comentarios :

Anónimo dijo...

Alex, eres genial. Me encanta tu historia, gracias por compartirla.
El plato de comida de la foto tenía una pinta estupenda, no me extraña que te quedaras a disfrutar de ella y del funeral.
Qué diferencia de culturas ¿verdad? tengo amigos nepalís y hablamos mucho sobre estos temas, en parte, me da un poco de envidia su forma de ver la vida.
Saludos.
Mar

alestedemadrid dijo...

Me estoy imaginando ese paseo en bici, cruzar el Mekong, saludar a todo el que te encuentras y lo encuentro inmejorable. Pero si ya te invitan a beber y comer cosas desconocidas y a una fiesta como esa ya tiene que ser una felicidad enorme. Y no parece que les haya hecho mucha impresión la metedura de pata. Me quedo con la sonrisa del chico de la foto y con los perolos de comida. Un saludo

ollinauj dijo...

las delicidas y aventuras que da el viajar y moverse solo....y una vez mas, como mola salirse de los recorridos típicos y respirar lo realmente tipico del pais. ¿que mejor que verte metido en un funeral Camboyano?

No todo Camboya es Angkor....aunque a veces lo parezca, y tu bien lo demuestras con este post. Ale A DISFRUTAR!

Adormidera dijo...

"allí me quedé, (...) explicando por dibujos donde estaba mi casa y mis amigos y mi familia y mi sobrino Germán."

Un nuevo Principito viajando por el Universo. Aprendiendo.

Cuánta ternura, Guru... cuánta!!!

Un beso

Guru Masala dijo...

Adormidera,

si es que uno, con tanto viaje, extraña mucho su tierra y su gente. Y a mi sobrinillo chico que es muy majo!

Besazos!

Guru Masala dijo...

Adormidera,

si es que uno, con tanto viaje, extraña mucho su tierra y su gente. Y a mi sobrinillo chico que es muy majo!

Besazos!